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SALAIA: La Tecnología de Cine Inteligente que se Adapta a las Emociones del Público

SALAIA: la nueva revolución del cine que se adapta a tus emociones

El cine siempre ha sido un arte pensado para emocionar, pero hasta ahora la película que se proyectaba en pantalla era exactamente la misma para todos, sin importar cómo reaccionara el público.
Eso cambia con SalaIA, un innovador sistema de inteligencia artificial que convierte la sala de proyección en un entorno “vivo”, capaz de leer el clima emocional del público y ajustar la película en tiempo real.

¿Qué es SALAIA y por qué está cambiando el concepto de ir al cine?

SalaIA son las siglas de Sistema Autogenerativo para la Adaptación mediante Inteligencia Artificial de Intervenciones Audiovisuales en tiempo real en salas.
Detrás de este nombre técnico se esconde una idea muy sencilla de entender: la película ya no es fija, sino que puede evolucionar según lo que siente el público en cada momento.

Esta tecnología se ha presentado recientemente en los cines Golem Baiona de Pamplona como un proyecto pionero dentro de la industria audiovisual española.
Su objetivo es crear una experiencia de cine tradicional, pero personalizada, donde el ritmo, los diálogos y ciertos elementos narrativos se modulan en función de cómo reacciona la audiencia.

Cómo funciona SALAIA: una sala de cine que “siente” al público

La magia de SalaIA está en que todo sucede de forma invisible para el espectador.
En la sala se instalan cámaras e infrarrojos que captan expresiones faciales y comportamientos del público, pero siempre de forma no invasiva y anonimizada.
No se identifica a nadie ni se almacenan datos personales: el sistema solo interpreta emociones y reacciones globales.

Esa información se envía a una arquitectura formada por alrededor de una docena de modelos de inteligencia artificial.
Juntos conforman un doble motor emocional y narrativo que analiza constantemente el estado del público y decide, en tiempo real, cómo debe seguir la película.

Gracias a este enfoque, SalaIA puede:

  • Ajustar el ritmo si detecta, por ejemplo, aburrimiento o falta de atención.
  • Reforzar o suavizar el tono emocional de ciertas escenas.
  • Incluir, modificar o suprimir determinadas secuencias según cómo se esté viviendo la historia en la sala.

El resultado es que cada pase puede ser diferente. Dos sesiones de la misma película, en el mismo cine y el mismo día, pueden desarrollar matices narrativos distintos según el público que haya en cada momento.

Más allá de las emociones: el contexto también influye

SalaIA no solo presta atención a lo que siente el público. También tiene en cuenta variables de contexto que pueden influir en la experiencia:

  • Horario de la sesión: una proyección nocturna no se vive igual que una matinal.
  • Climatología exterior: el momento del año o el tiempo pueden condicionar el estado de ánimo general.
  • Localización geográfica: la misma historia puede incorporar matices diferentes según el país o la ciudad.

Combinando todas estas señales, el sistema construye una proyección que se adapta mejor al público concreto que está en la sala, sin que este tenga que pulsar botones, tomar decisiones ni romper la experiencia de cine tradicional.

De Emotional Films a SALAIA: la evolución de una idea

SALAIA no nace de cero. Es la evolución natural de Emotional Films, un proyecto que ya exploraba la posibilidad de adaptar una película a las emociones de un único espectador en un entorno controlado.

Emotional Films demostró que era posible ajustar la narrativa en tiempo real según cómo reaccionaba una persona ante la historia.
A partir de ahí, el siguiente paso lógico fue escalar el concepto: en lugar de centrarse en un solo espectador, aplicar la adaptación a toda una sala comercial y trabajar con el estado emocional colectivo.

En este recorrido también se han impulsado otras experiencias interactivas y proyectos de éxito relacionados con la IA creativa,
que han ayudado a consolidar la base tecnológica y narrativa sobre la que se construye hoy SalaIA.

Quién está detrás de SALAIA

SALAIA es una iniciativa desarrollada por Professor Octopus AI Lab junto con el grupo de cines Golem,
y con el apoyo del Gobierno de Navarra y la colaboración tecnológica de HP.

Professor Octopus AI Lab es un laboratorio especializado en inteligencia artificial y tecnologías audiovisuales integrado en el sistema navarro de I+D+i.
Se trata de una unidad de investigación sin ánimo de lucro que, además, cuenta con un sello ético otorgado por el Consejo General de Colegios de Ingenieros Informáticos de España,
algo especialmente relevante cuando se trabaja con lectura de emociones en entornos públicos.

Al frente del proyecto se encuentran profesionales con una amplia trayectoria en animación y cine, responsables de producciones premiadas y nominadas a los Goya.
Esto garantiza que la tecnología no se imponga sobre la narrativa, sino que la complemente.

Por su parte, Golem aporta la experiencia real de explotación de salas de cine en varias ciudades españolas, además de la infraestructura necesaria para probar SalaIA en condiciones reales de exhibición.
El Gobierno de Navarra impulsa el proyecto dentro de su estrategia de innovación, y HP facilita el hardware avanzado imprescindible para procesar datos en tiempo real.

Calendario y futuro de la implantación de SALAIA

El desarrollo de SALAIAabarca desde 2025 hasta abril de 2027, aunque no habrá que esperar tanto para ver resultados.
El objetivo es contar con los primeros demostradores ya durante 2026, de modo que el público pueda empezar a experimentar con esta nueva forma de vivir el cine.

Además, el sistema está diseñado para ser escalable.
Esto significa que no se limita a una única sala ni a un único complejo: puede implementarse en redes de cines europeas sin necesidad de transformar por completo su infraestructura actual.

Aplicaciones más allá del cine

Aunque SALAIA se ha concebido pensando en la exhibición cinematográfica, su tecnología tiene un potencial enorme en otros ámbitos donde la respuesta del público es clave.

Algunos ejemplos de uso futuro podrían ser:

  • Festivales y eventos culturales donde las piezas audiovisuales se ajusten al ánimo colectivo.
  • Museos y exposiciones con contenidos audiovisuales que cambian según la reacción de los visitantes.
  • Entornos educativos en los que los materiales visuales se adapten al nivel de comprensión o interés del alumnado.
  • Marketing y publicidad capaces de medir y adaptar mensajes en tiempo real basándose en emociones.

En todos estos casos, la capacidad de leer emociones de forma agregada y anónima abre la puerta a experiencias más relevantes y personalizadas.

Privacidad y ética: dos pilares imprescindibles

El uso de tecnologías que interpretan emociones plantea dudas lógicas sobre privacidad.
Por eso, uno de los puntos clave de SALAIA es que el sistema no identifica personas ni almacena datos personales.
Las cámaras y sensores solo captan patrones de comportamiento y expresiones para traducirlas en un mapa emocional colectivo.

Además, el desarrollo del proyecto está respaldado por un marco ético reconocido oficialmente,
lo que supone un compromiso explícito con el uso responsable de la inteligencia artificial en entornos públicos.

¿Un sustituto de la creatividad humana?

SALAIA no está pensada para sustituir a guionistas, directores ni creadores.
Su función es ampliar las posibilidades narrativas, no escribir historias por sí sola sin supervisión humana.

Los equipos creativos siguen definiendo el universo, los personajes, los posibles caminos de la trama y los tonos emocionales deseados.
Lo que hace la inteligencia artificial es elegir, en función del público, qué ruta narrativa tiene más sentido en cada momento, siempre dentro de los límites fijados por los creadores.

Es, en esencia, una herramienta de adaptación y orquestación, no un sustituto del talento creativo.

Conclusión: así es el futuro del cine que ya está en marcha

SALAIA representa un antes y un después en la forma de entender el cine en sala.
Por primera vez, una película puede responder de manera orgánica a cómo se siente el público sin necesidad de pantallas interactivas, mandos ni decisiones explícitas.

La experiencia sigue siendo la de siempre —sentarse, apagar el móvil y dejarse llevar por la historia—, pero ahora la película no es exactamente la misma para todos los pases.
La sala se convierte en un organismo vivo que respira al ritmo de las emociones del público.

A medida que SALAIA avance en su desarrollo e implantación, será interesante ver cómo reaccionan creadores, exhibidores y espectadores ante este nuevo paradigma.
Lo que sí parece claro es que el cine, una vez más, ha encontrado la manera de reinventarse utilizando la tecnología como aliada.

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